Breve guía para enfrentar una deuda

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Durante una buena parte de mi ejercicio profesional, me he dedicado a la cobranza judicial. De los dos lados del escritorio, deudor y acreedor.

En los primeros litigios que enfrenté el enfoque básicamente era la revisión del acto que soportaba la deuda (crédito simple, pagaré, crédito refaccionario, etc) para de ahí plantear la estrategia defensiva o la de ataque.

La visión siempre fue estrictamente jurídica (vaya, por eso te contratan). Plazos, recursos procedentes, prescripción, caducidad, entre otros. Sin embargo, a través de los años he aprendido que en la mayoría de los casos los problemas se originaron por mala planeación y por nulo conocimiento del estado que tiene el tema.

Hasta el día de hoy no me he topado a alguna persona que diga, con toda franqueza, presté para que no me pagaran o pedí para nunca pagar. Y parto de esa base para los siguientes párrafos. En una relación de préstamo, el que entrega el dinero está esperando que regrese en la fecha pactada y en la cantidad estipulada (incluidos intereses) y el que lo recibe quiere cumplir en la época prometida.

En el día a día se presentan múltiples situaciones por las que el deudor incumple con lo pactado. No le salió el negocio; tuvo una emergencia y tomó del préstamo para resolverla; en fin, un sinnúmero de factores que pueden influir para que llegada la fecha de reportarse no se realice la devolución de lo prestado.

Tengo la seguridad de que existen muchos otros consejos que son siempre bienvenidos. Aquí pretendo resumir los que en mi punto de vista pueden servir a las personas que potencialmente pueden entrar en una situación de impago.

Espero que sean útiles.

1.- El pago moral

Algo seguro en nuestra vida es que el tiempo no se detiene. Se detienen otras cosas, pero los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, avanzan, no esperan. 

Si el vencimiento es a fin de mes y ya se tiene conocimiento de que ni con un milagro se va a contar con el dinero para liquidar el pago, una llamada al acreedor siempre dará una buena señal.

¿Va a ser incómodo? ¿Se enojará? Claro, es muy seguro que suceda. Se debe estar preparado para los regaños y los reclamos.

El acreedor (aunque sea un banco) depositó dinero pero también entregó confianza. Que no se pierda o se pierda lo menos.

Tampoco se debe abusar del pago moral ni prometer cosas imposibles.

2.- Inventario de deudas

Por más sencillo que parezca, mucha gente no sabe cuánto debe. Los calificativos no ayudan. “Es que debo mucho”, “es que es mucho dinero”, sí, pero cuánto es lo importante saber.

Esto aplica para quien sólo debe tarjetas de crédito y servicios públicos hasta para una gran empresa deudora de proveedores, bancos, seguridad social. 

Se debe tener certeza de la cantidad exacta que se debe (principal e intereses). Un excel o un google sheets con esa información actualizada frecuentemente siempre ayuda.

3.- Inventario de activos

Esto también luce sencillo pero poca gente lleva un control de todo lo que tiene. Por más simple que parezca, llevar un inventario de activos tangibles e intangibles suele ser muy útil a la hora de enfrentar una situación de impago.

Una persona tenía “fierro viejo” al que no daba valor y lo hacía menos. Cuando lo juntó y lo vendió, era tanto que pudo liquidar un adeudo con el seguro social. Tenía años con eso que llamaba “desperdicio”, que luego sirvió para salir de un problema que le hubiera costado más y mejores activos.

4.- Programar abonos

Ya se sabe cuánto se debe. Ya se sabe cuánto se tiene Es hora de ir saliendo poco a poco del vacío. Según el flujo, se pueden programar pagos aun y cuando parezca muy poco. Insisto, el tiempo no se detiene. Así se programen mil pesos a la semana para salir de un tema, en un año son cincuenta y dos mil pesos.

5.- Pedir opciones

También puede darse el caso que el adeudo supere en demasía a los activos y al flujo (para saber esto se tuvieron que haber observado los puntos 2 y 3).

Con toda franqueza se debe acudir ante el acreedor para explicar la situación y pedir alguna opción de salida o de reestructura. Siempre existirá.

Estos son para mí, cinco puntos básicos que se deben observar en una situación presente o futura de impago, incluso como un ejercicio normal de administración personal o de un negocio.

Parecen recomendaciones simples pero en la realidad me he dado cuenta que hay muchas personas que las ven como prácticas cercanas a la magia negra o al cálculo diferencial (para mí esta materia fue muy difícil).

En la próxima entrega, escribiré desde el otro lado del escritorio.

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