El mundo de hoy

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“… gracias al inesperado hecho de que la cosa más antaño estable, el dinero, perdiera valor cada día, la gente empezó a apreciar cada vez más los auténticos valores de la vida: el trabajo, el amor, la amistad, el arte y la naturaleza, y porque todo el pueblo vivía con más intensidad e interés que nunca en medio de la calamidad”

Stefan Zweig – El mundo de ayer

A más de un año de haber recibido de manos de mi gran amigo Arnoldo Huerta, el libro “El mundo de ayer” de Stefan Zweig (se pronuncia svaighhhhh), por fin me di la oportunidad de leerlo y simplemente quedé maravillado.

Hace algunos años había leído “Fouché, el genio tenebroso” del mismo autor y esperaba algo de similar calidad, pero no. Esta obra es mejor en muchos aspectos. 

“El Mundo de Ayer” se escribió en 1942. En pleno apogeo del movimiento nazi en Europa. Al concluir su redacción y abrumado por la persecución política de la que era objeto, Zweig se suicidó.

Lo fascinante de “El Mundo de Ayer” es la explicación clarísima y artística que se hace sobre los distintos periodos de la humanidad en los que al escritor austriaco le tocó vivir. El ocaso del siglo 19. La primera década del siglo 20. La Primera y Segunda Guerra Mundial así como la etapa entreguerras. Y el periodo cúspide del poder hitleriano.

Esta brillante reflexión me ha puesto a pensar sobre las distintas épocas en que me ha tocado vivir y cómo pudieran ser descritas por Zweig o cualquier otra persona con su capacidad literaria. Los ochentas con sus cambios drásticos en el orden mundial. Los noventas con el empuje del modelo capitalista y la montaña rusa jurídica, política y económica en México. El inicio del siglo 21 que nos hizo soñar con un mundo mejor y su segunda década con la tensa calma que la ha caracterizado hasta la parálisis global a causa del “coronavirus”.

El freno a la actividad humana que ha significado el covid-19, expuso a plena luz del día la poca confianza que existe entre los miembros de una colectividad y la debilidad de las relaciones humanas cuando un imprevisto de tal magnitud se asoma en nuestra cotidianeidad.

La clase gobernante fue sorprendida a contrapie. Al menos en nuestro país no se aprecia que los grandes, medianos y pequeños barcos naveguen hacia la misma dirección. El orgullo y la soberbia son los “valores” que prevalecen.

El Presidente mantiene su postura mediática de provocar con bromas y desviar la atención y la “oposición” sigue cayendo en el pial que diariamente tiende López Obrador, las risas de éste los irrita y voltean la mirada a donde les marca. Un juego donde nadie gana.

Desde ya debemos cuestionarnos sobre la llamada nueva normalidad, pero no en el sentido de política que se le viene dando, sino en uno más amplio. ¿Habrá una mejora social permanente? ¿Qué nos parecía importante antes de la pandemia? ¿Serán las mismas cosas o habremos de voltear hacia lo verdaderamente valioso?

P.D.

En esta liga pueden encontrar la ópera “La dama silenciosa”, realizada conjuntamente por Richard Strauss y Stefan Zweig. Vetada por el régimen de Hitler tan solo dos presentaciones después.

Twitter: @adalberto_gm

Email: adalbertoguevaramontemayor@gmail.com 

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