En la edición de febrero de la revista Nexos, Luis Carlos Ugalde, ex Consejero Presidente del entonces Instituto Federal Electoral y académico de diversas universidades de prestigio, publica un ensayo imperdible titulado “¿Porqué más democracia significa más corrupción?”.
El texto puede dividirse en cuatro partes: (1) la descripción de las formas de corrupción; (2) el pluralismo como causa principal; (3) la distorsión de la función legislativa; y (4) el alto costo, en todos los sentidos, de las elecciones.
En el primer momento, Ugalde señala como modalidades de corrupción el pago de comisiones por contrato de obra pública, el peculado o desvío de recursos a fines distintos, otorgamiento de permisos y concesiones y las famosas “mordidas”. Sobre las 3 primeras señala que afectan las finanzas y la calidad de la infraestructura, mientras que los sobornos a pequeña escala afectan el capital social y la cultura de la legalidad.
En la segunda parte, el autor señala que en teoría “a mayor democracia menor corrupción”, bajo la lógica de que “más democracia significa más pluralismo; el pluralismo estimula los pesos y contrapesos entre poderes de gobierno; asimismo, el pluralismo se acompaña de mayor participación ciudadana y de mayores libertades, entre ellas la de expresión que sirve para denunciar casos de corrupción y fomentar su castigo”. Sin embargo, explica que “más pluralismo parece justamente haber detonado más avaricia de los políticos y más niveles de corrupción. Una parranda sin control”.
En ese sentido, la composición plural de las Cámaras y Congresos reavivó un sistema de pesos y contrapesos previstos en la Constitución, pero que fue fácil diluir a través de la entrega de prebendas y beneficios a favor de los opositores, tales como transferencias federales, recursos para carreteras, proyectos hidráulicos y universidades públicas.
En la tercera parte del ensayo, el académico nos dice cómo se ha venido distorsionando la función legislativa debido a la participación directa de los legisladores en la confección del presupuesto, lo que si bien es su labor, ésta se ha convertido en una industria de gestión y la correspondiente coparticipación en los resultados alcanzados. Concluye con una afirmación certera: “Un diputado austero está hecho más para la batalla frente a los poderes ejecutivos que uno colmado de mieles y prebendas”.
Finalmente, el cierre del ensayo se encamina a sustentar las razones del alto costo de las elecciones: 1.- la enorme liquidez de las haciendas gubernamentales; 2.- el clientelismo electoral; y 3.- el pago de coberturas informativas.
Vale mucho la pena dar una lectura detallada a este texto y otra a los documentos citados en el mismo.
El tema del combate a la corrupción debe ganar espacio en la agenda pública, pues reducirla al mínimo es una tarea pendiente y que la sociedad exige de sus representantes, pues como dice Ugalde “Cuando la población ve que sus grandes políticos se enriquecen en poco tiempo con total impunidad, el policía de tránsito o la recepcionista de una oficina del Ministerio Público sienten el derecho de exprimir beneficios privados a pequeña escala”.
La complicidad también se genera con la pasividad.
A OJO DE BUEN CUBERO
Esta semana la Corte declara inconstitucional la fracción del artículo XVI y último párrafo del artículo 27 de la Ley de la Administración Pública Federal, que obligaba al Secretario de Gobernación a comparecer ante comisiones del senado cada 6 meses para explicar la política criminal y facultaba a dicha cámara para ratificar al Comisionado Nacional de Seguridad. Despolitizar (despartidizar) la ejecución es un buen avance.
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