La Procuraduría General de la República, en un futuro Fiscalía, es la responsable de la persecución de los delitos federales. Su función es en sí misma compleja y delicada. Es una institución que históricamente no se ha distinguido por sus buenos resultados (aunque existan) pues siempre estará en la percepción general la idea de su corruptibilidad.
Partiendo de esa lógica, el deber de informar a la sociedad cumplido por el Procurador Murillo Karam el pasado viernes 7 de noviembre no podía tener más que otro resultado: no hay mucha esperanza de encontrar con vida a los 43 normalistas desaparecidos. A pesar de que la investigación se haya desarrollado con pulcritud y apego a las ciencias forenses, la conclusión a la que arribó no podía más que causar animadversión en la sociedad.
Y a pesar de que el Procurador hizo lo que la sociedad exige, informar, una frase de menos de 5 segundos en una conferencia de prensa de 1 hora, fue la que la mayoría de la opinión pública tomó para lanzar críticas: “ya me cansé”.
Sin duda fue un mal tino del Procurador. Muy seguramente surgido, porqué no decirlo, de su “mecha corta” y también del cansancio y perturbación mental que seguramente traía después de haber dado la misma información a los padres de los desaparecidos.
Quiero pensar que todas las voces críticas se dieron el tiempo de ver los 60 y tantos minutos que duró la conferencia o, por lo menos, la sesión de preguntas y respuestas abierta a los periodistas presentes. Entonces, si observaron las preguntas hechas, con todo y la libertad de prensa, pudieron constatar que muchas iban dirigidas, con intención o sin ella, a provocar al Procurador. Muchas se hacían sobre lo que ya había expuesto, otras en base a “me imagino que hubo reportes de incendio”, “supongo que ya hablaron con el Ejército”, etc.
No defiendo ni justifico la posición del Procurador. Tampoco la de los periodistas. Tanto uno pecó por no contar hasta 10, como los otros por querer inducir al error para una nota amarillista.
Lo que sí es lamentable es lo que hay detrás de todo. Una profunda ignorancia. Una falta total de análisis. Reclamos sin sustento y que, de prosperar, pondrían en mayor riesgo la frágil estabilidad del país. Es incomprensible y triste que en esta época, un número importante de opiniones y críticas se sustenten en memes y hashtags, cuando tenemos tantísima información a nuestro alcance para nutrir nuestro pensamiento.
No tengo la menor duda que en una democracia la libertad de expresión y de prensa debe estar protegida, incluso de aquella carente de sustento y hasta veracidad, siempre que no se afecten derechos de terceros. Finalmente, nadie está obligado a leer o a documentarse exhaustivamente.
Sin embargo, el momento por el que atraviesa México requiere, precisamente de eso, de que tengamos el hambre de información suficiente para poder exigir con mejores fundamentos y sobre todo a quién lo debemos hacer. El cansancio del Procurador es una invitación a reflexionar sobre el papel del gobierno en cada hecho que se presenta, pero sobre todo que nos sirva para construir hacia nosotros mismos una postura sólida sobre los acontecimientos.
A OJO DE BUEN CUBERO
“¿Estás de acuerdo en que se modifique la Constitución para que se eliminen 100 de las 200 diputaciones federales plurinominales y las 32 senadurías plurinominales?” fue la pregunta central de la consulta popular conocida como “+ con – pluris”. Por unanimidad de 9 votos de los ministros presentes del Pleno de la Suprema Corte se desechó la consulta porque se refiere a materia electoral, lo que está vedado por el artículo 35, fracción VIII, de la Constitución Política. Fue una pregunta inconstitucional.
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